[PARTE 1]
[fragmento de diario de campo]
Son las 730 de la mañana y estoy en la plaza de la catedral metropolitana del Centro “centro-centro”. Es una mañana soleada, y veo una Tijuana distinta de la que recorrí durante los meses de agosto y septiembre; hay más tráfico vehicular, peatonal, y todas las tiendas muestra movimiento. Es aún temprano, pero se percibe el dinamismo de un comercio abundante. Bajé del camión, - “el taxi” como lo llaman aquí- unas cuadras antes de llegar hasta acá. Me extraño un poco que no viera a nadie en situación de calle, y la basura -parte constante del escenario de mis miradas- no se encontraba tan presente en los rincones “naturales” de la ciudad -las banquetas, las esquinas, pegado al espacio limítrofe de la calle con la banqueta. No es que la ciudad está limpia, pero definitivamente lo que veo es más “limpio” que en otros momentos. Y al parecer, esto no es una casualidad.
Ilustración 1. La vida expuesta en las calles del centro de Tijuana, 10 de noviembre de 2021
Hay lo que me parece ser, funcionarios del gobierno -tiene un aire de ser funcionarios gubernamentales/municipales. Traen chalecos, otros con gafetes y entre ellos están algunos policías. Me acerco un poco para escuchar lo que dice; “A ver si me entero de lo que están haciendo”, pienso. Me pongo cercano, y saco el celular. Finjo estar viendo algo en el celular mientras dirijo mi atención a lo que dicen. Estoy con la espalda recargada en la vitrina de una tienda departamental de telas mexicana que esta en esta Plaza. A mi derecha están algunos hombres sentados, como siempre, también recostado sobre la vitrina de la tienda. La estatua que ocupa en el centro de la plaza - el único lugar de la plaza para sentarse más allá de sentarse en el piso, están hombres ocupando las cuatro caras de la estatua. Siempre que he pasado por esta zona, veo hombres sentados ahí -algunos leyendo el periódico, la mayoría sin hacer más que mirar, otros tomando un café y comiendo un pan.
Ilustración 2. Hombre sentado en una "mañana cualquiera", de la plaza de la Catedral Metropolitana, 10 de noviembre 2021, centro de Tijuana
Estoy buscando registrar la sensación de espera, la sensación del tiempo, de los sonidos y de la mirada que envuelve este espacio. ¿Qué se escucha desde aquí? ¿Qué se mira? ¿Qué se puede significar estas imágenes y sonidos?. Contemplo como seria “registrar” el ambiente de forma sonora. Traigo, en mi mochila, una camera pequeña con más de siete años de antigüedad (samsung wb350f) y un pequeño tripié que no debe subir más que 60 centímetros. Tenía la idea de que quizás iba a ser posible posicionar esta camera y tripié en alguna parte de este espacio y poder hacer un registro de la “cotidianidad” del momento. Pienso en los riesgos de ponerme en el espacio público con un aparato así. Mientras estoy en estas ponderaciones, una patrulla acelera y se detiene a unos metros a mi derecha, y salen dos policías. Uno viene corriendo en mi dirección, me pasa echándome una mirada furtiva, y agarra un hombre que provenía del centro de la plaza.
“A dónde vas cabrón?!”, grita el policía. El hombre se ve asustado, pero más confuso y empieza a sacar su billetera para mostrarle algún credencial, pero no lo deja el policía. En este mismo momento, otro policial está agarrando a un hombre que estaba sentado en la estatua -los demás ya se levantaron y se alejaron de la plaza. Lo están esposando y escucho. “Pinche mugroso. Estás todo meado. Crees que puedes estar aquí así?”, le grita el policía mientras lo esposa. El otro policial lo alcanza, trayendo al hombre -empujando- con sus brazos pegados atrás, y empieza a sacar sus esposas. Lo echa contra el vehículo, y suelta algunos insultos. Los dos hombres, ahora esposados, son ingresados al vehículo, esposados, y con la misma rapidez que llegó la patrulla, se van. “Que absurdo”, pienso.
Al parecer, arrestaron a estas personas por el único delito de estar en la vía pública, como si hubiera otro lugar para que ellos pudieron quedar. Me da ganas de gritarles: “si no pueden quedarse en la calle, dónde?”, pero no lo hago. No me da confianza la policía. He escuchado críticas desde los migrantes, las personas de la calle, y algunos integrantes de organizaciones civiles, así que no los considero “aliados” en el tema de la protección de los migrantes -y de las comunidades vulnerables.
Ilustración 3. Policías arrestando a dos hombres por el delito de estar en la vía pública, 10 de noviembre de 2021
Me percato que traigo la misma apariencia que el hombre que arrestaron. Ambos somos de la misma estatura, estamos ambos con una sudadera negra, traemos los dos una mochila negra, gorras negras, cubrebocas negras, pantalones de colores distintos pero hasta el mismo color de tenis. "¿Cuál es la diferencia, esencial, entre el hombre que arrestaron y yo?", pienso. Su color de piel es más obscura que la mía; y mis ojos son verdes. Creo que no me “levantaron” por una cuestión de discriminación positiva: me parezco a un “gabacho” y parte de la esfera de “extranjero” con mayor privilegio: color de piel clara, hombre, alto con una presentación cis-género heteronormativa. Que abuso de la autoridad. Con la salida de la patrulla, otros hombres regresan a sentarse en la estatua, y los que estaban recargados contra la vitrina de la tienda departamental que delimita un lado de la plaza, regresan a conglomerarse nuevamente. Comentan lo sucedido. Muestran un claro enojo y frustración contra lo ocurrido. En estos momentos se ha aglomerado un grupo de cerca de 30 a 40 personas en la plaza, muchos con escobas.
[...]
Me voy percatando que hay algún tipo de operativo en marcha, algo con la limpieza. Me muevo de lugar, y me meto atrás de la aglomeración de personas; busco escuchar los que hablan los demás. Pasando algunos minutos, pregunto a un joven hombre a mi lado, quienes son y que van a hacer.
“Vamos a hacer una limpieza de los espacios públicos del centro.”
“Ah ok, y ustedes son parte del municipio?”
“No, somos voluntarios.”
“Oye, y nos les gustaría recibir una propina, alguna renumeración por su trabajo?”
“No, es que como hay mucha basura, nos quedamos satisfechos en dejar el centro limpio”, me dicen.
“Ahora quedó todo muy claro. Están “limpiando” ciertas partes del centro por la apertura de la frontera, para poder “recibir” a los dólares de los turistas gringos que cruzaran y parte de la esta limpieza también incluye a limpiar el espacio de lo “no deseable”, los “desechos” que representan las personas en situación de calle, muchos de ellos migrantes sin lugar a donde ir o estar”, pienso.
Y con tanta gente en lo “vicio del ocio”, es decir, tantos migrantes y personas en situación de calle, con “nada que hacer” que carga el peso de la espera, del tiempo, que involucrarlos en una actividad de este tipo podría tener efectos muy beneficios para todos los involucrados. Nuevamente, percibo esta ausencia de cualquier consideración por los migrantes, por los mexicanos migrantes que terminan en Tijuana, por aquellos que no tienen nada y nadie los miran, nadie los reconoce, nadie y nada les da “esperanza”. Ilustración 4. "Prohibido sentarse o recargarse"; centro de Tijuana, 10 de noviembre 2021.
Miro a mi izquierda y veo un hombre utilizando un teléfono público, algo que me parece cada vez más escaso y no podría recordarme de la última vez que vi alguien hablando desde un teléfono público. Percibo que un poste que tenía muchos afiches de búsqueda de personas, algo que registré en septiembre, ya no hay nada -quizás es parte de la “limpieza”; de hacer una “limpieza” de la memoria, de la migración, de la realidad hasta. Parece tan maquillado el asunto, pero quizás de esto se trata. Para lo que vienen a visitar no tener que ser “angustiado” o “incomodado” por la destitución de tantas personas en esta zona fronteriza. Parece ser una estrategia parte de una apatía social que dice algo como: “Vayan a comprarse sus regalitos, tomarse tus cervezas y subirte al burro-cebra, no te preocupes, disfrutes de tu estancia en Tijuana. ¡Dejan sus dólares y regresan pronto!”. Ilustración 5. Poste "limpio" -sin afiches de búsqueda- y teléfono público, centro de Tijuana, 10 de noviembre 2021.
Con el avance de la “brigada de limpieza”, me muevo al otro lado de la plaza. Veo a otros postes, y busco registrar sus anuncios, su grito de auxilio, de ayuda, de encontrar a algún desaparecido. Encuentro a dos expresiones propia de la migrancia: es interesante que no hay fecha en los afiches; no hay un registro del “tiempo”; quizás porque desde el mensaje la situación se volvió “atemporal”, es decir, eterna. La búsqueda de un desaparecido es algo que nunca culmina, que el tiempo no hace menos, solo que aplasta la esperanza y agota el consumo de la atención, pero su tiempo, es EL tiempo; es parte del tiempo “largo”, de un tiempo atemporal. “¿Hasta cuando se mantendrá estos afiches aquí? ¿Algunos meses? Y después?”. La migrancia está en todas partes. Ilustración 6. La atemporalidad de la migrancia, afiches en el centro de Tijuana, 10 de noviembre 2021.
Comments