[Fragmento de diario de campo]
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Por la caminata de la calle primera, pasando el escenario del turismo sexual, nos aparece un grupo compuesto mayoritariamente por mujeres, con playeras uniformes, con imágenes de personas. Son madres buscando a sus desaparecidas. Están transitando justamente en los lugares en uno puede “quedarse atrapado” en Tijuana: la dominación del machismo sobre el cuerpo; la imposición de venderse como objeto; la venta del sexo como mecanismo de subsistir. Es posible que aquí, en estas partes de Tijuana, se puede encontrar alguien que “desapareció”. Nos detienen para mostrarnos una foto. "Lo has visto?", nos pregunta. "No", respondo, lamentando no tener información. Dentro del fanfarrón de los antros y los enganchadores del comercio "de todo", camina esta tristeza visto en la búsqueda de estas madres, familiares y comprometidas. Son la cruda realidad que no deja de hacerse presente.
"Aquí es Tijuana, tierra de todos y tierra de nadie."
"Aquí es Tijuana, última parada, todos bajan."
"Aquí es Tijuana, bienvenido, vuelve pronto."
"Aquí es Tijuana, la última y nos vamos."
Es una mezcla de actores sociales que interseccionan la calle, interseccionan las realidades y sobreponen los temas, los mundos, uno sobre otro, en forma de juntarse en una explosión prismática de narrativas. Seguimos nuestro paso.
Arte callejera, centro de Tijuana, 1 de marzo 2022
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En la clínica, nos muestra los espacios donde realizan las consultas públicas, nos comenta que atienden cerca de 75 personas por día, y que tiene un espacio dedicado a parteras y personas embarazadas, lo cual tiene una afluencia de alrededor de 25 visitas diarias. La mayoría suelen ser personas de Haití y Centroamérica, aunque también hay mexicanos, siendo que ellos constituyen una última parte de la atención que brinda la clínica. Nos lleva a una parte de atrás donde hay baños y regaderas, un espacio para lavar ropa y un espacio de almacén de donaciones, la mayoría ropa. Nos comenta que suelen acudir cercano a 500 personas por día a usar los baños, y cuando es día de las regaderas, suelen pasar cerca de 200 personas, con un promedio de 30 lavadoras por día. Las regaderas están abiertas al público lunes y jueves, y nos reitera que la mayoría de las personas que lo buscan y lo utilizan son migrantes.
Área de baños, regaderas, y máquinas de lavar ropa, Tijuana, 1 de marzo 2022
Nos comenta que la mayoría de las personas que acuden tiene problemas de hipertensión, de diabetes, de depresión y ansiedad. Muchos buscan orientación y curación de problemas de piel (por la suciedad, por la exposición a los “elementos”, por la vida en las calles). Yo le pregunto sobre el campamento migrante El Chaparral, si desde su destitución han visto un incremento en el flujo de personas que buscan apoyo, buscan sus servicios. Me confirma que efectivamente sí, desde que derrumbaron el campamento, se ha visto un incremento de personas migrantes que buscan ayuda, buscan apoyo, buscan servicios. Sigo con su percepción de las autoridades, de la policía. “Confías en la policía?”. Me dice que “no”, “no confío”.
Solicitando un resguardo de su identidad, nos platica que la policía no es un apoyo a ellos, que frecuentemente son los agresores de muchos abusos que ocurren alrededor del espacio; que las historias que les llegan desde los cuerpos de los migrantes es que la policía es violenta, abusadora, y poco sensible a sus situaciones. Aquí escucho un eco de todo lo que he escuchado en Tijuana. La policía no es de confianza, no es de “todos”. Tiene intereses bien definidos y trabaja para algunos. Como todo, no es solamente la policía; es también la sociedad. La percepción -común- de los trabajadores en instituciones de apoyo a migrantes es que hay una discriminación generalizada acerca del migrante – “es que el migrante es flojo”; “es que no trabaja por no quiere”; “solo busca la vida fácil”; etc. – atravesado por un racismo institucional que mantiene -en vez de desmantelar- los prejuicios.
Como siempre, los dominados suelen buscarse en la dominación de otros, de uno aún más débil, para demostrar que aún tiene poder, que aún lleva una dominación. Hasta dónde llega esta cadena de subyugación aún no tengo claro, pero no dudo que aterriza sobre el cuerpo de lo más marginalizado.
Nos despedimos no antes de agradecer la atención que nos brindó el trabajador, y nos salimos del edificio, dejando atrás a la fila de personas que buscan ser atendidos. Pasamos el hombre en silla de ruedas, el Michoacán, pero está en otra plática, no nos ve y no me hago visto, tampoco. Seguimos por el puente hacia el Chaparral. Como no conocen la historia, aprovecho para contarles lo que sé, lo que he visto, lo que he podido documentar. Nos detenemos sobre el puente a ver el río de Tijuana, y les indico donde yo percibo puntos dinámicos de ventas de drogas, ahora disuelto y reubicando en otros puntos (más adelante me percataré que muchos fueron a ocupar la calle del desayunador Padre Chava). Vamos a dirección del campamento el Chaparral y les voy comentando que hay que cuidarse de la policía, que cuando llegamos por allá, que mejor ni nos identifiquemos como estudiantes, que utilizamos estos aspectos de privilegio que no investí por y a través de nuestras apariencias -güeros, hombres- y protagonizarse como turistas en el ambiente. Uno de los estudiantes, lo del Instituto Mora, me dice como el día anterior justamente fue interceptado por un policía, del nada, simplemente por el hecho de estar caminando por la zona. La policía lo interrogó, solicitó ver su credencial -justificar y validar su identidad- y lo dejo ir, pero dejo marcado la presencia de un ojo vigilante por allá.
Bajando del puente nos acercamos al lugar del campamento El Chaparral, ahora vuelto un estacionamiento -vacío, guardado, vigilado; “de un estacionamiento humano a un estacionamiento urbano”, pienso. Pasamos a paso lento pero nunca deteniéndonos propiamente.
El Chaparral -de estacionamiento humano a estacionamiento urbano, 1 de marzo 2022
Una patrulla pasa rápidamente por nosotros y se estaciona a algunos metros enfrente. Saco fotos rápidas y buscando disimular el proceso. Hemos quedado de que si nos interroga, venimos caminando hacia La Casa del Túnel, que se encuentra más adelante. No hubo interacciones con la policía y seguimos hacia la Casa del Túnel, un centro de arte sobre un túnel del narcotraficante, El Chapo.
La calle “Chapo Márquez”, Tijuana, 1 de marzo 2022
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