A finales de la semana pasada, se publicó en Routed Magazine, un artículo mío "The habitus of migrancy in Mexican migration", dirigido al público en general, que aborda algunos de los aspectos de mi investigación. Fue un ejercicio interesante; escribir buscando dejar atrás la nomenclatura científica y el "enredo" semántico de argumentación que estoy acostumbrado a interactuar. El trabajo implicó "simplificar" el lenguaje para hacerlo más "entendible". Creo que logré este objetivo.
En dicho articulo, hago una reapropiación y re-articulación del concepto "migrancy", llevadolo al análisis de la migración y movilidades en castellano. Como hago alusión en el artículo, no hay un equivalente adecuado del término "migrancy" en español por lo cual busco llenar este "vacío" conceptual mediante la introducción del concepto "migrancia".
Galhardi, R. "The habitus of migrancy in Mexican migration", Routed Magazine, Issue 17, 23 de octubre 2021
Para dar un poco más de contexto esbozo, en lo que sigue, una síntesis de mi investigación que
busca instrumentalizar la experiencia de la migración partiendo de un enfoque transdisciplinario, interseccional, heterofenomenológico y ontopológicamente situado de las experiencias de la migración de hombres mexicanos migrantes que han sido deportados de Estados Unidos y ahora se encuentran hospedados en albergues exclusivos para hombres migrantes en Tijuana, México.
Síntesis de mi investigación
La migración mexicana hacia Estados Unidos se ha considerado como “la fuente más importante de inmigración en Estados Unidos” (Zenteno, y Massey, 1999)[1]. El campo migratorio centenario que comparten ambos países tiene un origen formal en la formación de los contornos modernos geopolíticos que establecen los límites de dichos Estados-naciones[2]. Esta frontera, producto del Tratado de Guadalupe Hidalgo, poniendo fin a la Guerra de Intervención Norteamericana de 1846-1848, es una construcción social (Massey et al., 2009)[3] e inserta una nueva configuración perimetral al espacio administrativo del Estados Unidos, mediante una frontera que busca la regulación de su identidad; la administración del extranjero -este ‘otro’ ontológicamente diferente- y construye, a su vez, la figura del “migrante mexicano” (Braidotti, 2011)[4].
La migración mexicana hacia Estados Unidos ha seguido, al largo de casi todo el siglo XX, el ímpetu laboral buscando la inserción en mercados laborales estadunidenses. La construcción de un flujo migratorio tiene que atravesar, necesariamente, una frontera que es, entre otras constituciones, una extensión del proceso administrativo de regulación demográfica de un Estado-nación. La administración de la extranjería es conducida por las políticas migratorias que establecen los criterios de ingreso y permanencia. Al largo de sus historias -historias que son “naturalmente” interrelacionadas[5]- México y Estados Unidos establecen “el sistema migratorio más grande y duradero en el mundo” (Massey et al., 2015)[6]. La migración indocumentada ha estado constantemente presente en este flujo migratorio por todo el siglo XX, como parte integral de la historia croisée de la migración[7], siendo que la figura del indocumentado:
aparece por las asimetrías salariales que existen entre México y Estados Unidos (Durand, 2000),
persiste por las redes sociales transfronterizas, transnacionales y binacionales que configura al “indocumentado” como una de las características más emblemáticas de la historia de la migración mexicana-estadounidense, y es:
criminalizado frente a una horizontalizacíon y endurecimiento de la frontera (Salgado de Snyder, 2002).
Ser y pertenecer al flujo migratorio internacional, como migrante indocumentado, es recorrer las geografías de la organización social de la configuración de categorías “sólidas” como ciudadano y mexicano, y (re)negociaciones que induce ser un migrante e indocumentado. Los espacios de la migración internacional de mexicanos encuentran puntos de aliento, de salvaguardia y de refugio en la frontera en refugios como los albergues para migrantes. Estos refugios, espacios e instituciones de apoyo al migrante, son espacios temporales propio del campo social de migrantes representado, en parte, en la ilustración 1. Ahí, todo es una estructuración que parte de una temporalidad geográfica de dislocación: la frontera como limitante y los albergues como los entre-espacios de este viaje.
Ilustración 1. Los albergues para migrantes en el flujo migratorio mexicano internacional
Nota. Elaboración propia
La experiencia del migrante mexicano acompaña la historia de las diversas formas que se construyeron el campo migratorio, y las formas que sus experiencias fueron configurándose a través de fronteras y dinámicas transnacionales y transfronterizas, forjado entre comunidades de origen y las de destino. La migración mexicana fomenta las experiencias de migrantes poniendo en reflexivo sus nociones identitarias y (re)configurando formas ontológicas e ideologicas[8]. Entre “la distancia física o geométrica que existe entre mí y todas las cosas”, escribe Merleau-Ponty (1997), existe “una distancia vivida [que] me vincula a las cosas que cuentan y existen para mí, y las vincula entre sí” (p. 301). ¿Cómo, entonces, hombres mexicanos migrantes, hospedados en albergues en la zona fronteriza norte de Mexico, experimenta sus experiencias de la migración?
La experiencia de la migración, en su condición situada -desde la masculinidad, el hombre, la legalidad del indocumentado, del mexicano, de la necesidad, desde la frontera- son algunas de los horizontes referenciales que estructuran las experiencias del migrante, porque “el mundo no es lo que yo pienso, sino lo que yo vivo” (Merleau-Ponty, 1997, p. 16). La interacción con las formas de ser en el mundo genera valores que a su vez estructuran las formas de la interacción en y con el mundo configurando ontologías, identidades, y formas de ser (Bajtín, 2000)[9]. Como resaltó Handlin (1973), “la inmigración alteró a Estados Unidos. Pero también alteró a los inmigrantes” (p. 4)[10]. Es sobre estas bases y las argumentaciones que hasta aquí he referido que afirmo que la experiencia vivida de la migración es una experiencia estructurante (ontológicamente hablando) encapsulado en el concepto de “migrancia”.
Desde su introducción a principios de los años sesenta (Mayer, 1962), el término migrancy se ha utilizado para describir algo relacionado con el proceso de migración, pero sigue siendo un concepto bastante turbio. Es un término que se diferencie de la “migración” aun cuando su traducción al castellano comunalmente equipara ambos términos como sinónimos. Una revisión crítica de sus usos demuestra que “migrancy” no es apenas una variación mimética para aludir a la “migración” sino algo más. Para aludir a esta diferencia, introduzco el término “migrancia” para hacer referencia a “migrancy” y distanciarse como inconmensurable al concepto de “migración”.
He presentado este concepto en julio de este año en The Migration Conference 2021, Londres, (abstracto de la ponencia aqui). Mas adelante espero presentar el desarrollo más estructurado de este concepto en artículos que ando escribiendo, pero quería complementar la discusión con algo más sustancial adelantando que la migrancia es un enfoque heterofenomenológico y ontopológicamente situado.
[1] p. 76.
[2] Ver Massey et al., 2009.
[3] Massey et al. (2009) sostiene que “la frontera México-Estados Unidos no ha existido siempre como una realidad práctica. Por el contrario, se fue definiendo poco a poco, pero de manera firme a través de un proceso de construcción social” (p. 33).
[4] Escribiendo sobre las políticas de la diferencia, una política instrumentalizada por fronteras -históricamente posicionándolas y políticamente articuladas- Braidotti (2011) sostiene este punto al decir que
In the contemporary political context, difference functions as a negative term indexed on a hierarchy of values governed by binary oppositions: it conveys power relations and structural patterns of exclusion at the national, regional, provincial, or even more local level. Like a historical process of sedimentation, or a progressive accumulation of toxins, the concept of difference has been poisoned and has become the equivalent of inferiority: to be different from means to be worth less than (p. 17).
[5] Durand (2000) se refiere a “la relación de carácter histórico estructural entre ambos países” que construye un campo migratorio en el cual “[p]or más barreras que se levanten, no se puede negar una historia de siglos compartida, menos aún un contexto de vecindad” (p. 23).
[6] p. 1015 – traducción mía
[7] La histoire croisée es una perspectiva transversal y relacional de pensar las formaciones sociales, culturales y políticas. Werner y Zimmerman (2006) identifican tres propiedades de la histoire croisée: (i) una perspectiva analítica que busca recuperar la transversalidad de la formación histórica a través de un posicionamiento relacional y comparativo; (ii) permite reposicionar los fenómenos sociales como productos y construcciones complejas y reflexivas; y (iii) recupera la reflexividad histórica de su posicionamiento ontológico permitiendo atraversar la perspectiva por una historización reflexividad de: (a) el objeto, (b) las categorías de análisis, y (c) la relación entre el investigador y objeto (pp. 31-32).
[8] Aquí Bajtín (2000) recuerda que “[n]adie puede ocupar una posición neutral respecto del yo y del otro; el punto de vista abstractamente cognitivo carece de un enfoque valorativo, porque para obtener una orientación valorativa es necesario ocupar un lugar único en el acontecimiento unificado del ser, es necesario encarnarse. Toda valoración implica el ocupar una posición individual en el ser” (p. 122).
[9] Tatiana Bubnova, en el prólogo a la obra de Bajtín resalta que “[e]l mundo de las relaciones entre el yo y el otro es generador de los valores inherentes a su interacción-, principio interpersonal de una futura noción de ideología, que posteriormente el filósofo plantearía llevando la problemática de la otredad hasta la dimensión social. En el inicio de esta axiología están las nociones de lo propio y lo ajeno, que no son sino transcripciones atributivas del yo y el otro” (Bajtín, 2000, p. 19).
[10] Traducción mía.
[11] Aquí Bajtín (2000) recuerda que “[n]adie puede ocupar una posición neutral respecto del yo y del otro; el punto de vista abstractamente cognitivo carece de un enfoque valorativo, porque para obtener una orientación valorativa es necesario ocupar un lugar único en el acontecimiento unificado del ser, es necesario encarnarse. Toda valoración implica el ocupar una posición individual en el ser” (p. 122).
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Bibliografía citada
Bajtín, M. (2000). Yo también soy: (fragmentos sobre el otro) (T. Bubnova, Trans.). Taurus.
Braidotti, R. (2011). Nomadic theory: the portable Rosi Braidotti. Columbia University Press.
Durand, J. (2000). Tres premisas para entender y explicar la migración México-Estados Unidos. Cualtos.Udg.Mx, XXI (Relaciones 83). https://www.redalyc.org/pdf/137/13708302.pdf
Handlin, O. (1973). The uprooted: The epic story of the great migrations that made the American people. University of Pennsylvania Press.
Massey, D. S., Durand, J. y Malone, N. (2009). “Ensamblaje de la maquinaria: una historia de la migración México - Estados Unidos”, en Detrás de la trama. Políticas migratorias entre México y Estados Unidos, Miguel Ángel Porrúa - Universidad Autónoma de Zacatecas, México. pp. 31-60.
Massey, D. S., Durand, J., y Pren, K. A. (2015). Border Enforcement and Return Migration by Documented and Undocumented Mexicans. Journal of Ethnic and Migration Studies, 41(7), 1015–1040. https://doi.org/10.1080/1369183X.2014.986079
Mayer, P. (1962). Migrancy and the Study of Africans in Towns. American Anthropologist, 64(3), 576-592. https://doi.org/10.1525/aa.1962.64.3.02a00070
Merleau-Ponty, M. (1997). Fenomenología de la percepción. Planeta-Agostini.
Salgado de Snyder, N. (2002) Motivaciones de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, en Alba Medran, M. M. (coord.) Temas selectos de la salud y derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México: Mexico, DF. pp. 89-108. https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/357-temas-selectos-de-salud-y-derecho
Werner, M., & Zimmermann, B. (2006). Beyond comparison: Histoire croisée and the challenge of reflexivity. History and theory, 45(1), 30-50. https://doi.org/10.1111/j.1468-2303.2006.00347.x
Zenteno, R. M., & Massey, D. S. (1999). Especificidad versus representatividad: enfoques metodológicos en el estudio de la migración mexicana hacia Estados Unidos. Estudios Demográficos y Urbanos, 14(1 (40)), 75–116. https://www.jstor.org/stable/43163068
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